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Australian Ballet 1964


nkballet

Diana y Acteón, pas de deux (1886)
Coreografía: Agrippina Vagánova
Música: Ricardo Drigo.

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E
n 1844 Jules Perrot creó Esmeralda, ballet inspirado en la novela de Víctor Hugo Nuestra Señora de París, con música de Cesare Pugni.
En 1886, Marius Petipa realizó una nueva versión, y con música de Riccardo Drigo agregó varios bailables. Uno de ellos fue el pas de deux Diana y Acteón, que muestra la rivalidad en las artes de la caza de esos famosos personajes mitológicos.
¿Qué relación tenían dos dioses de la mitología griega con la dramática historia medioeval de la gitana Esmeralda, salvada del avance de un lujurioso clérigo de Notre-Dame de Paris por el jorobado Quasimodo?...

La respuesta es obvia: Ninguna relación. Pero de repente, y en medio de la algarabía popular celebrada en el Parvis (plaza seca frente a la histórica Catedral de París), aparecían estos "dioses" bailarines que afrontaban las más fuertes proezas técnicas, a modo de "divertissement". Como bien es sabido, la diosa Diana ha sido habitualmente representada como cazadora, con arco y flecha. Ella se habría estado bañando desnuda mientras era contemplada curiosamente por Acteón. Enojada ante la sorpresa, dispara un flechazo a aquél que lo hiere gravemente, lo que da paso a una metamorfosis tan habitual en la mitología de los griegos: Acteón se convierte en ciervo... Al aparecerle la cabeza de gamo, los perros de caza de Diana se arrojan sobre él. La desgarradora escena inspiró al célebre pintor renacentista Tiziano Vecelli quien hizo de ella su último cuadro, hallado inmediatamente después de su muerte.

Sin embargo, ninguna impiadosa acción se desprende del pas-de-deux, aunque en él sea habitual que Diana se desplace con su arco, y Acteón intente atenuar su mirada ocultándose tras sus brazos... Esto no siempre se cumple, empeñándose más los artistas de la danza en el brillo de sus pasos, con grandes desplazamientos aéreos, evidente muestra de la influencia de la técnica italiana enseñada por Enrico Cecchetti. Ésta complementó lo que ya se enseñaba en la Rusia Imperial hacia fines del siglo XIX: la refinada y noble tradición francesa, y de esa exquisita mélange surgió la famosa escuela rusa.

Para sustentar musicalmente el pas-de-deux, Petipa encargó la música al notable compositor y director de orquesta italiano Riccardo Drigo, quien vivía en San Petersburgo y colaboró con el Ballet Imperial hasta 1917, momento crítico de Rusia, en que decidió salir de ese país y retornar a su Padova (Padua) natal. Fue también director musical de la Compañía de Ballet de Anna Pavlova, hasta que murió en 1930. Entre sus melodiosas músicas inolvidables está la famosa serenata de Arlequín de "Los Millones de Arlequín", " La Flauta Mágica ", "Las Píldoras del Diablo", y la música adicional para la gran reposición de "El Corsario", a cargo de Marius Petipa.

En "Diana y Acteón" pueden observarse ciertas características de la producción musical de Drigo: influencia operística italiana, perfecto soporte musical de la coreografía, ritmo exacto, ciertos momentos de grandilocuencia musical que pueden alternarse con momentos melodiosos de gran sensibilidad y ternura (como en la referida Serenata), uso del arpa como elemento meloso en la partitura...

Este pas-de-deux fue retomado ya avanzado el siglo XX por la ex bailarina del Ballet Imperial Agrippina Vaganova, famosa pedagoga que sistematizó y ordenó los conocimientos técnicos de la escuela rusa después de producida la revolución de 1917. Ella -por contraposición a la mayoría de sus colegas- se quedó en el suelo natal y su nombre lleva hoy la antigua Escuela Imperial de Ballet de la calle del Arquitecto Rossi, de San Petersburgo. Vagánova incursionó sobre las formas que Petipa dio a este pas-de-deux, dotándolo de pasos de gran elevación, y de cierto cuño acrobático, en un estilo muy propio del ballet que primó en la Unión Soviética hasta su desaparición política en 1990.

"Diana y Acteón" tuvo una de sus primeras apariciones en el escenario del Teatro Colón de Buenos Aires en los comienzos de la década de 1980, con el debut de la pareja Cynthia Gregory-Fernando Bujones, ambos del American Ballet Theatre. Su desempeño fue magnífico, tanto técnico como interpretativo, aunque también se recuerda aún la actuación porque el día del estreno, en medio del pas-de-deux, y ante una agónica ejecución por parte de la orquesta del Teatro, Bujones avanzó desde el fondo del escenario hacia el borde, batiendo palmas e incitando al director a agilizar la ejecución con tempi bien marcados. Inusitada escena ésta que no se ha repetido en veinte años...

"Este fue uno de los pas-de-deux de mayor difusión en los últimos años del siglo veinte, aunque su creación data de muchas décadas atrás.
Al estar destinado al virtuosismo técnico de sus dos intérpretes, y aquello ser una de las mayores atracciones de nuestra época, gran parte de las estrellas de la actualidad han contribuido a popularizarlo. En particular citemos uno bien conocido por nosotros en América del Sur: Maximiliano Guerra, de recordado brillo junto a la brasileña Cecilia Kerche".


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